viernes, 24 de agosto de 2007

El empleado del mes




- ¡Corre, corre! – Pienso mientras no miro para atrás y me decido a alcanzar aquella micro que esta a punto de andar, haciendo caso omiso de cualquier posible bullicio a mis espaldas.
- ¡Corre, corre por tu vida! - agrego para darme mayor animo.

Recuerdo que ese día me había quedado dormido, por lo que todo lo programado tuve que hacerlo más apresuradamente. El plan era que luego de pasar por la farmacia - y con la idea de confundirme entra la multitud que transita a esa hora - tomaría discretamente una micro con destino a mi trabajo. Había hecho todo con tanta prisa en la farmacia que no había alcanzado a guardar dentro de mi abultado bolso mi delantal blanco que con tanto prolijidad lavo para demostrar lo limpio y meticuloso que soy en lo que hago.

La micro estaba llena, con esa nauseabunda mezcla de personas y olores, esa maraña de codos y brazos y cabezas cabizbajas. Así y con mucho esfuerzo conseguí llegar hasta la parte de atrás, donde me senté apenas me di cuenta que alguien desocupaba un asiento. Y así la vi……encorvada, sin posibilidad de alcanzar un pasamanos y victima del ritmo del conductor: una abuelita de setenta o más años.

Su incomodidad no despertó en mi ningún sentimiento de empatia por su situación, pero al caerse un billete desde mi bolso al pasillo - mi reacción de recogerlo -fue mal interpretada como un gesto de buena educación, ya que tuve que levantarme del asiento, momento el cual ella aprovecho de posicionar su anatomía en mi lugar. Molesto, me sente en el pasillo a su lado y la observe indiscretamente.

Pasado unos momentos la anciana miro el delantal que colgaba de mi bolso, acto seguido me pregunto con una sonrisa amigable - ¿estudia usted medicina, joven? - Le sonreí con todas mis pocas ganas que tenia, y aun sabiendo que mi respuesta traería una serie de preguntas, llámese interrogatorio, que acabarían justo antes que uno de los dos se baje de la micro conteste con la más cínica de mis sonrisas:
- Estudio medicina le dije, ahora mismo voy a cubrir un turno porque me encuentro en mi ultima practica antes de titularme- le dije
- Oh - me dijo -me alegro por un joven tan educado como usted, lo supuse por su delantal y esa bolsa de la farmacia que trae.
-Claro - le conteste, preguntándome a mi mismo que tenia que ver una bolsa de farmacia con estudiar medicina… - Son unas pastillas para el dolor de cabeza, dije, con el fin de que no hiciese mas preguntas….. - Mi madre no puede tomar las típicas pastillas, le provocan dolor en el estomago, por eso le recomendé a ella consumir de estos que son blandas…..
- Ooh…gracias por el dato – suspiro -mientras pensaba en lo agradecida que era, tomando en cuenta que le repetí casi lo mismo del comercial del remedio que dan en la televisión.
Aquí me bajo - le dije -
- Adiós joven, que le vaya muy bien.- me digo mientras agitaba su arrugada mano de un lugar a otro.
- adiós conteste -

Cuando llegue mi jefe estaba molesto.
- ¿Como llegas atrasado aun sabiendo que se acerca un fin de semana largo y necesito a todos aquí trabajando??
- No pasara otra vez - dije sin ninguna expresión en mi rostro.
- Hay mucha gente sin trabajo, me grito, y son muchos mejores carniceros que tu, con o sin lavar ese escupido delantal blanco del cual tan orgulloso te sientes.
- Son mis meritos para ser el empleado del mes del supermercado…Aquí pagan una miseria, me seria mas rentable ser un ladrón - repuse mientras comenzaba mi jornada laboral.
- Eres un inútil, ni para eso sirves – me grito mientras ya tomaba mi posición.


A la semana después, y reintegrado sin problemas a mi oficio de carnicero, me pareció reconocer un figura familiar entre la multitud de personas que me rodeaban, ansiosas de gastar dinero que no tienen para comprar cosas que no necesitan. Aquella encorvada y senil figura de verborrea inigualable no podía pasar desapercibida. Ya era muy tarde para intentar algo cuando me miro de frente y pregunto:
- ¿No le he visto en algún lugar?
- No me parece, tengo un rostro muy común le dije- mientras no me podía quitar de la cabeza la expresión de su cara cuando me reconoció…..se parecía mucho a la que puso la cajera de aquella farmacia que asalte minutos antes de conocer a esta tan preguntona viejita, o la de mi jefe, cuando después de preocuparme por llevar mi delantal limpio y bien lavado durante 3 meses, fui elegido empleado del mes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola! en horabuena! lamento entrometerte pero apareci aqui buscando unas fotos....muy guapa la que acompaña tu relato de la nueva vida...el relato me gusto mucho, pero me gustaria saber cual era el problema del protagonista.... el del empleado del mes lo lei 2 veces para entenderlo... de los otros...jodeeer...no entiendo ni ostias de algunos! pero me gustan! sobre todo la foto que parece sonrisa de gato!